Para el corazon y el alma

lunes, 16 de enero de 2012

Comenzando a desentrañar el mito azul con el cual crecio nuestra rosada infancia.

Para comenzar este blog y lograr poder hacer una correlación casi mitología de acontecimientos, de cosas, hechos y circunstancias casi tradicionales que rondan sin querer la vida sentimental y afectiva de la mayoría de las mujeres que hoy  bordean entre los 80 y los 20 años, deberíamos comenzar por desenmascarar el cuento del “Dichoso Príncipe Azul” y el del “Vivieron felices para siempre”.

Como lograr desencajar estos dos hitos casi impregnados en nuestros genes gracias a los bellos e implícitos mensajes subliminales creados por Walt Disney, para todas las mujeres que nos sentimos identificadas en alguna parte de nuestra vida con el logotipo de “Princesitas”
¿Existe el príncipe Azul?...

¿Llegaremos algún día a ser una princesas para alguien que no sea del mundo de fantasía creado por Walt Disney?..                                
       Desenmascaremos por punto cada hilo de esta madeja, que va envolviendo cada sueños y cada pisada de cada historia de amor que se va tejiendo a nuestro entorno y a lo largo de la vida de cada mujer, porque no existe alguna que no haya creído en el príncipe azul, y por consiguiente en toda una parafernalia casi idealizada y amplificada por la mente soñadora de cada mujer que habita este planeta llamado tierra.

     Crecimos idealizando a un prototipo de hombre que fue producto de la imaginación de otro hombre, que creyendo que creando un hombre de fantasía perfecto, la vida sería tan dulce como rosa para sus princesas, también creadas desde su visión casi escueta,  sin pensar en las consecuencias de estas bellas pero traicioneras instauraciones implícitas en el subconsciente colectivo de las futuras generaciones de mujeres que veían en cada cinta que salía de sus estudios una imagen surrealista de un hombre que solo existe en un universo paralelo que jamás llegaremos a conocer y desentrañar completamente.  
       Cuantas de nosotras crecimos buscando el hombre ideal en base a los mensajes que nos dejaba cada película que veíamos de Walt Disney, muchas, me incluyo y creo que ha sido uno de los errores más grandes que la mente puede adoptar como propia,  negando la esencia primordial del hombre el cual adolece de perfección, pero no así de defectos, los cuales no deberían ser un gran problema si asumiéramos desde el principio que es la naturaleza del hombre el ser imperfecto y no una creación subliminal de  un dulce cuento de hadas; que mas que aportarnos felicidad nos bloquea y nos frustra tratando de encontrar la perfección del azul que se destiño junto con el hombre idealizado por Disney.
     Como muestra un botón respecto a los grados de imaginación subconsciente que habitaba y sigue habitando la mente de las mujeres, que plasmo en alguno de sus poemas nuestra poetiza Gabriela Mistral, respecto a la segunda Interrogante ¿Si algún día llegaríamos a ser princesas para alguien?
Todas íbamos a ser reinas,
y de verídico reinar;     
pero ninguna ha sido reina
ni en Arauco ni en Copán...
"En la tierra seremos reinas,
y de verídico reinar,
y siendo grandes nuestros reinos,
llegaremos todas al mar." 

       Casi me produce sentimientos encontrados este poema, ya que cuando pequeñas es algo casi innato entre los padres decirnos princesitas, ¿esperaran que algún día seamos desposadas por reyes o príncipes salidos de los cuentos que nos leían antes de quedarnos dormidas?
     Siendo realistas creo que jamás encontraremos el muy conocido príncipe azul, pues es una invención surrealista de un personaje que jamás pasara por nuestras vidas, sin afan de menospreciar al hombre, este enfoque se dirige a que el hombre ideal no existe, así como tampoco la mujer ideal, son prototipos que vamos incorporando a nuestra mente incluso antes de aprender a decir nuestras primeras palabras, ya siendo objetivas nuestros primeros príncipes en la vida son “nuestros padres”, siempre los dejábamos en un altar casi intocables, como los superhéroes que siempre nos rescataban de nuestras caídas, de las pesadillas y nos limpiaban las lagrimas con un típico “las princesas no lloran”.
      Creo que es tiempo de dejar atrás al príncipe azul, reencontrarse, enamorarse y disfrutar del hombre corriente, aquel que no viene en su corcel con armadura a rescatarnos de la maldad que puede haber a nuestro alrededor, o a despertarnos de nuestra pesadilla con un dulce beso y a llevarnos a su palacio para terminar la historia. Porque en cada hombre habita en alguna  célula de su anatomía un atomo de príncipe que necesita ser despertado, pulido y querido;  y en cada una de nosotras existe una mujer que lleva un corazón de princesa que consiente o inconsciente busca incansablemente a su príncipe azul, que mas que azul le llamaría su alma gemela..para terminar la historia y vivir felices para siempre.